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En el recuerdo de la comunidad paivense...
Padre EMILIO IGNACIO MACOR
1958-2008 Cincuentenario de su fallecimiento
Votá:

El 18 de Abril de 1958 la comunidad paivense perdió al querido sacerdote.
Hoy, en 2008, a cincuenta años, y a modo de humilde homenaje revivimos con imágenes y testimonios aquella despedida.

Emilio Ignacio Macor
Emilio Ignacio Macor
Emilio Ignacio Macor
En su juventud
El Sacerdote en Laguna Paiva
Celebrando un aniversario de su Ordenación Sacerdotal
 
Familia del Padre Emilio Macor Fotografía de la Familia
Macor-Bearzotti:


de pie, de izquierda a derecha:

Jose, Julia, Padre Emilio,
Humberto,Amelia; María, Andrés.


sentados de izquierda a derecha:

Luisa, Catalina (la mamá)
Laura, Pedro (el papá) y Emma.

 
Palabras de depedida el 19 de Abril de 1958
"En este momento así tan grave y triste, resulta difícil traducir en palabras, el sentir que anidan en uno.
En representación de las mujeres católicas desearía ofrecer al Rdo. Padre, que hoy nos deja es la tierra, el sentido homenaje que merece; quien a vivido hache cumpliendo fielmente con la sagrada misión de llevar almas a Dios. Quienes hemos tenido la dicha de trabajar junto a ese humilde Sacerdote no podemos dejar de recordar su celoso espíritu apostólico, que se traducía en pequeñas y grandes obras en el deber y en el deseo de darse cada vez mas a sus hermanos, aliviando sus males, curando las heridas del alma y llevando a todos aquel consuelo o aquella verdad que iluminaba su vida para seguir ascendiendo el camino de la cruz. ¡Sublime Apostolado El Del Sacerdote Bendecido Por Dios! Verdadera tarea de Evangelización que distinguió su corta vida terrena, tarea silenciosa y humilde de cada día, que en cada proceder dejaba vislumbrar el fiel mensaje del Redentor.
Para cuantos que aún no viven y practican el mandato de Dios por no haber llegado el momento en que Dios nuestro Señor moverá el amor y sus corazones, les habrá parecido aquello una vida desapegada a los bienes terrenales, pero allí precisamente radica la verdadera grandeza del alma; en haberse dado a los demás, en haberse entregado voluntariamente en las manos de Dios para que él hiciera de nosotros instrumento eficaz (...) vida desaparece, no la vemos, no la sentimos carnalmente por solo un tiempo indeterminado, ya que cada uno de nosotros cuando Dios Nuestro Señor lo mande seguiremos el mismo camino.
La superación es dolorosa, pero no nos quedamos definitivamente solos ya que todo su bien permanece entre nosotros y continuará dando sus frutos.
Sus largas andanzas, sus instantes de inquietud y desalientos, y también su franca y espontánea sonrisa que lo caracterizaba.
¿Quién lo podrá olvidar?
En este transe doloroso levemos la mas simple y fervorosa oración para que Dios lo reciba en su seno.
Hasta siempre \"Padre Macor\". - Carolina Grassino. Abril, 19 de 1958.

 

Hace veinte años, siendo muchacho, enseñaba el catecismo en una Capillita del Barrio Candioti en Santa Fe; y allí llegaba con el mismo fin, un seminarista de recia estampa y juvenil sonrisa, con quien compartimos tan gratos momentos de apostolado. Aquel seminarista convertido en Sacerdote venía a hacerse cargo de nuestra Parroquia.
Nunca imaginé que Dios Nuestro Señor, en sus designios, me tuviera señalado para que hoy, en nombre de las ramas masculinas de Acción Católica, despida los restos mortales de aquel hermano de fe de los años juveniles. El Padre Macor, NUESTRO PADRE MACOR.-
Solo Dios sabe la emoción que embarga nuestro corazón angustiado, al decir adiós al Santo Sacerdote que fuera nuestro guía espiritual a través de tantos años. Al varón justo, que supiera conquistar con su hombría de bien, todas las voluntades, al Padre espiritual de nuestra niñez, que con tanta candidez y afecto supiera atraerse a sus Juanitas y Juancitos.
Quiera Dios, en su Omnipotencia medir y recoger la inmensidad de nuestro dolor, por la salud eterna de su alma.
Padre Macor, desde la eternidad, tú bien sabes la amargura de esta despedida. Tú sabes la gratitud que se desgrana en las lágrimas que ruedan por nuestras mejillas. Tu vida, esa que fuera una perenne sonrisa de afectividad y bonanza, quisiste sacrificarla por nosotros. Esa vida tuya que hicieras de la mansedumbre, el arma de tu celo sacerdotal. Pocos como tú, de humilde y manso, como el Divino Maestro que inspira tu vocación pastoral.
Que otro legado mejor podrías habernos dejado, si tu vida fue una síntesis del Sermón de la Montaña: BIENAVENTURADOS LOS MANSOS Y HUMILDES DE CORAZON.
Padre Macor, tus hijos espirituales, según una de tus últimas expresiones con que nos recordaste, solo tienen lágrimas de gratitud por tu holocausto.
Bien sabemos que el martirio de tu vida fue el precio de nuestra Santidad. Bien sabemos que queriendo permanecer con nosotros, tu última voluntad fue: una humilde tumba cavada en la tierra de nuestro cementerio.
¡Oh Padre Macor! Cuanto quisiste, ojalá fuéramos merecedores de tanto cariño.
Así con tu último suspiro, todavía querías confirmarnos en el ejemplo de tu vida : LA HUMILDAD.
Señor Eterno Dios, escucha nuestras súplicas, nuestras plegarias y concédele un lugar entre tus predilectos. ¡Padre Macor, Santificado seas!
E.M.D. 19-04-1958

Fotografías del velatorio en la Parroquia:
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Testimonios a través del tiempo:

Julio Petrucci, monaguillo del Padre Macor recuerda:
"En aquel tiempo la segunda Misa dominical se celebraba en la localidad de Cayastacito. Como en ese tiempo el Padre no tenía auto, íbamos en el taxi de Don Gerónimo Moraguez .Aquel día legando al lugar nos encontramos con la policía y un cordón sanitario que impediría entrar al pueblo. Del tren Internacional habían bajado cuatro personas con viruela negra. Dos de ellas habían fallecido.
El Padre Macor pidió asistir espiritualmente y dar la comunión a los dos que estaban vivos y rezar un responso a los fallecidos. Previamente debía celebrar la Misa y tuvimos que entrar dos monaguillos, Gordi González y yo. Cuando se dirigió al hospital con el santísimo, trayecto que hizo caminando, no nos dejó ingresar al donde estaban los enfermos. Luego nos enteramos que por cuarenta días no podríamos salir del pueblo. El Padre habló con el médico, aceptó que nos vacunaran y se comprometió a asegurar que diariamente nos someteríamos al control médico durante ese tiempo. Bajo estas condiciones nos permitieron salir de la población. "

Elida Penna recordó: "A los cuarenta años de su muerte quiero dejar mis sinceros recuerdos del Padre Emilio Macor. Muy joven aún cuando llegó a nuestra Parroquia parecía muy serio pero su trata dulce y cordial hizo gala de un buen Servidor de Cristo ya que a todos nos trataba por igual.
Sus predilectos eran los niños que había bautizado de juancitos y Juanitas, los que ya hoy son personas mayores lo recuerdan con cariño.
También tenía otros predilectos eran los enfermos y ancianos, los visitaba y a los que querían le llevaba la comunión y los primeros viernes era infaltable. Otros de mis recuerdos, fue a visitar a un anciano enfermo que vivía en la casa de la hija pero el yerno era comunista a rabiar. Con mucho respeto habló con ella y le pidió si podía verlo, ella lo hizo pasar, quedó un buen rato a su lado, le dio la Bendición y se retiró.
Muchos recuerdos lindos tengo de este querido Sacerdote: La Comunión Pascual de Señoritas, salíamos a invitarlas casa por casa.


Elba Villani recuerda: "En la época del Padre Macor la preparación catequística para Primera Comunión se efectuaba en dos períodos del año, para el 1° se mayo y para el 12 de octubre. Las clases eran diarias durante dos meses. A principio de marzo se convocaba a los niños (juancitos y Juanitas, como él los llamaba).
Un grupo de catequistas apoyaba esta tarea del sacerdote y las clases se daban en el templo parroquial. "
Al respecto recuerda una anécdota: "En una oportunidad cuando entraban los niños al templo, al encontrar los ornamentos de una misa de difuntos y estimulada por las bromas de sus compañeritos, que decían que el "muerto " estaba debajo del manto negro rodeado de cirios, una niña asustada se resistió a acercarse al confesionario. Las catequistas le dieron explicaciones para tranquilizarla, pero no lo consiguieron. Entonces el Padre Emilio le habló y la llevó a los últimos bancos de la Iglesia donde la confesó. En esa época era inusual la confesión fuera del confesionario. Esta actitud destaca su comprensión hacia los niños. "
Continúa Elba Villani:
Manifiesta que en esa época en nuestra parroquia estaban en función todas las ramas de Acción Católica: hombres-mujeres-jóvenes, varones y mujeres con sus respectivos aspirantes (adolescentes). También menciona al Apostolado de la Oración y a la Congregación de las Hijas de María. Estos movimientos laicos estaban organizados por la Junta Parroquial, formada por dos representantes de cada grupo.
El Párroco era el Asesor de dicha Junta y de cada uno de los movimientos, los que se reunían semanalmente. Se hacía la reflexión del evangelio y luego se trataban temas inherentes a cada grupo según las propuestas del Movimiento Diocesano.
Durante el año había actividades principales como La Campaña Pascual de Confesión y Comunión para cumplir con el precepto Se visitaban todos los domicilios haciendo la invitación. De esta manera se llegaba a todos los sectores de la localidad y zona rural.


Daniel Furlano dijo: "Cuando esperábamos para la catequesis, en la galería del ala norte del Templo, junto al despacho del Padre, jugábamos a saltar la soga. Usábamos las sogas del campanario que se cortaban. Generalmente eran largas y pesadas, abarcaban todo el largo de la galería. Cuando el Padre Macor salía de su despacho para dirigirse a la iglesia por la puerta del costado, mientras hacía el recorrido saltaba con nosotros con mucha alegría. "

Mercedes Fernández de González cuenta: "Cuando el Padre Macor iba a celebrar Misa en Cayastacito o Campo Andino, mi hijo Gordi que era monaguillo lo acompañaba. Iban otros monaguillos y personas mayores. Cuando demoraban el regreso me afligía muchísimo y por supuesto a la hora del regreso mi enojo era mayor. El Padre con su buen humor trataba de calmarme: '¡no se enoje!..¿No ve que nosotros vamos a cazar vizcachas para juntar los cueros, así ud. Se hace un tapado de piel de vizcacha?."

El señor "Pepe" Macor, primo del Padre, contó: "En una oportunidad, después de la misa en Campo Andino, nos íbamos a cazar, pero antes fuimos a la panadería del señor Zanutigh a comprar pan. Allí el Padre vio una ristra de chorizos, colgada y le dijo a la Sra.: Me vende un kilo de chorizos? La Sra. le contestó: No Padre! Para usted se los regalo. Entonces el Padre le preguntó: ¿Podría venderme otro al mismo precio? Así era el humor del Padre Macor.. "

Amanda Díaz de Oliver manifestó su recuerdo: "Cuando concurría al Colegio San José Adoratrices de Santa Fe, los lunes teníamos que llevar una libretita con la asistencia a la Misa Dominical, firmada por el párroco. El Padre Macor, terminada la Misa nos reunía en el despacho y firmaba las libretitas, pero... nos bautizaba a todas. Nos preguntaba: ¿Cómo te llamas? Yo contestaba: Amanda. Y el escribía en la libretita: Amanda Sinforosa. Nosotras protestábamos porque ... ¡Cómo íbamos a llevar esos datos a las hermanas ¡...Entone es él reía a carcajadas... "

Rosita Regalado de Alegría recordó: "Todos los que tenemos más de 50 años y pertenecimos desde siempre a ésta Parroquia de Laguna Paiva estos nombres nos son familiares Juancito y Juanita. Recuerdan a ese hombre joven, alto, de caminar lento pero firme, siempre sonriente que fue el Padre Macor. Sencillo, humilde, franco, un sacerdote de vocación profunda. Amigo de todos, un verdadero Apóstol de Cristo. Recto en su proceder, exigiendo la misma respuesta de quienes fuimos sus feligreses. Cumplimiento total a la Palabra del Evangelio y aceptación incondicional de los mandatos de la Iglesia fueron su conducta constante. Pronto a apoyar y participar de todo emprendimiento que estuviera relacionado con estos principios.
Predicó así con su palabra y su ejemplo, llevando esto hasta entregar su vida como una verdadera ofrenda.
El confesionario, su lugar favorito, la oración, su arma más poderosa. Así vivió y así murió sin proferir ni una queja y con alegría, aceptación de la voluntad de Dios. Sabía que iba a morir, pero el camino largo y penoso que le tocó transitar para volver a la casa del padre, fue ejemplo para todos los que tuvimos la suerte de compartir esos momentos con él Tal vez no aprendimos ni asimilamos nada apoco de su entrega. Pero los que pueden conmemorar éste aniversario estamos a tiempo de rescatar su silenciosa esperanza. El que ya goza del premio eterno, interceda para que así sea.-

Su sobrina, Amelia Costa de Ocampo, cuenta: “En la época de revolución, se comentaban tantas cosas relacionadas con la persecución de la Iglesia que la gente tenía sus temores. En esa oportunidad un matrimonio de la zona de Campo Andino que no había bautizado a su pequeña hija, decidieron llevarla con urgencia a la Parroquia.
Allí encontraron al Padre Macor con la ropa arremangada, con cuchara de albañil en la mano y baldes de mezcla, haciendo un arreglo.
Cuando estos padres se presentaron, el sacerdote suspendió su trabajo, ordenó su ropa y los llevó al bautisterio (lugar donde se realizaban los bautismos) e inmediatamente comenzó la ceremonia. Sus manos...aún conservaban restos de mezcla...”


 
Una de las comuniones celebradas por el Padre Emilio Macor
Fuentes:
Palabras de despedida y fotografías cedidas en colaboración por Amelia Costa (sobrina del Padre Emilio).
Testimonios. Colaboración de Elvira Salto de Avellaneda.
 
 
 


Comentarios y mensajes:

14/04/2008
Me acordé de cosas que contaba mi mamá, cuando se casó Teresita Macor con Demarchi, mi mamá y Chona Macor de Luna fueron a la Iglesia con vestidos de mangas cortas, y el tío las hizo salir a la galería(porque en verano para ir a misa usaban como una prolongación de mangas que sugetaban en la parte superior del brazo con elástico) y cuando ellas se lo reprocharon les dijo que ellas en "SU PARROQUIA" dejaban de ser hermana y prima, eran una más de las señoras que iban a a la Iglesia y por lo tanto debían igual respeto.
Y acá va otra : cuando nosotros le preguntábamos que se cocinaba nos decía que el menú de la semana era: grillos al horno, patitas de cucarachas a la provensal y arañas a la milanesas . Amelia Costa. (Sobrina del Sacerdote)


17/04/2008
El Padre Macor pasaba las navidades en mi casa. Vivía al lado de la Iglesia, yo era muy chico y mis hermanos mayores una vez me hicieron gastarle una broma a nuestro querido Padre,\"poné un cohete debajo de la sotana al Padre\" - me dijeron, cosa que cumplï.
El Padre lejos de reprenderme me dijo \"Ay Panchito querido, quemame a mí pero no a la sotana que es muy cara\". En una próxima enviaré foto de mi primera comunión sentado al lado de tan querido sacerdote. Eso fué en el año 1949.
Mis cariños a Elba Villani y Rosita Regalado que sin duda se acordarán de mí, al igual que mi profesora de dibujo,creo que era Elida Penna,o su hermana. Juan Carlos Albanese

 
 
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