A la vera del
ramal
a Deán Funes, que se
encontraba en construcción, luego
de aprobados los planos, en 1912 comenzó
a ejecutarse la imponente estructura, bajo
la jefatura del
Ing.
Enrique Boasi y de
Carlos
Bosetti como contratista.
Posteriormente a la trágica desaparición
de Boasi, se designa a Juan Mateucci
para la conducción de los trabajos,
que llegaron a su fin en forma conjunta
con el ramal ferroviario en 1913.
El Galpón de planta semicircular,
en cuyo centro se encuentra la
plataforma giratoria de 22 metros de diámetro,
verdadero punto de articulación
no sólo funcional sino también
espacial del conjunto, permitía
orientar las locomotoras hacia cualquiera
de los andenes del interior del edificio
a través de los tramos radiales
de vías que conducían a
cada una de las fosas de trabajo.
Cada fosa contaba con su campana extractora
de humo para realizar tareas con las máquinas
encendidas. Adosado al depósito
trabajaban los talleres de apoyo.
La construcción sigue reglas
de la arquitectura industrial del siglo
XIX: Primacía de lo funcional,
escasa ornamentación, sólidos
muros de fábrica, de ladrillos,
cabriadas metálicas y cubierta
de chapas onduladas, la que se resuelve
a dos aguas, con un lucernario que garantiza
una iluminación uniforme y a la
vez permite una adecuada ventilación.
El frente cóncavo presenta una
secuencia de columnas de perfiles metálicos,
en tanto que el frente convexo da lugar
a una sucesión de pilastras y aberturas
que generan un ritmo modulado por la curvatura
del extenso muro.
En 1992 el Diputado Nacional Dr. Ricardo
Molinas, presentó en el Honorable
Congreso de la Nación, un proyecto
de ley para que se declare Monumento Histórico
Nacional.