Desde 1986 Ezequiel Clemente Coscueta está jubilado
del ferrocarril, ingresó en el año 1950 como ayudante
de calderero, tenía 24 años y ese mismo año se
casó con Sulema, adoptando Laguna Paiva como lugar
de residencia.
Ezequiel Coscueta vino de Campo Andino, donde
fue a la escuela Nº 33 hasta tercer grado. Las
clases en esa localidad se daban hasta ese nivel,
sus padres lo enviaron varios años al mismo grado,
“Para que no esté en la calle o por gusto nomás”,
dijo Ezequiel mientras mostraba recuerdos que
atesora, boletas de sueldos, carnet ferroviario,
banderines, distinciones, recortes de diarios,
fotos, documentos y otros elementos.
Era requisito indispensable para entrar a trabajar
al taller ferroviario haber cursado escuela primaria
completa, por lo que Ezequiel hizo sexto grado
en Laguna Paiva antes de su ingreso, además exigían
afiliación al peronismo. “Nunca tuve suspensión,
me mantuve al margen, trabajando con responsabilidad
y la UCR en el alma”. Durante 37 años estuvo en
la sección calderería escalando categoría desde
ayudante a, oficial. Se fabricaban piezas de hierro
para los vagones, se reparaban los vagones vineros,
se modificaban montando los toneles sobre plataforma,
al termino se los llevaba a levante donde se colocaban
los boggie, luego a pinturería y letrista, hasta
alcanzar el visto bueno, el calderero se hacía
con la práctica en una cadena de trabajos en continuidad
de turnos donde la caldera de usina generaba luz
a todas las secciones (39) de lunes a sábados,
donde en los talleres se llegó a ocupar 1.700
obreros, de los cuales muchos eran de distintas
localidades y llegaban en tren. “Para nosotros
era una fuente de orgullo que impartía seguridad”,
dijo Coscueta, con pesar.
Alguien que ha vivido, que ha visto un pueblo
ferroviario que se resistía a creer que un día
esos grandes talleres se iban a cerrar. Interrogar
a la historia para entender el presente y proyectar
el futuro frente a una sociedad que crece y se
moderniza, imagen de otras épocas, memoria de
otros.
Centenario de la estación
de trenes 1908-2008
Fueron varias reuniones, entrevistados en la
municipalidad, Ezequiel Coscueta y otros jubilados
ferroviarios contaron detalles, anécdotas, descripciones
para preparar una puesta en escena en vivo, dirigidos
y acompañados por director y actores de Rosario.
Se realizó el 7 de Noviembre de 2008 “Homenaje
a los Hombres del riel” en la estación de trenes.
Todas las oficinas estaban instaladas como museo
con objetos que guardan las familias, fotos y
elementos de aquella época, un canillita voceando
diarios de entonces, un manisero con un carrito
repartiendo la mercancía a un público asombrado,
chicas vestidas de antaño, caballeros extranjeros
hablando distintos idiomas, linyeras, vendedoras
de pan y otros, mezclados con la multitud presente,
conversando con todos mientras se desplazaban
por la estación.
Al frente del andén central una enorme pantalla
proyectaba una película filmada dentro del taller,
al término, el jefe de estación tocó la campana
el cambista hamacando su brazo de un lado a otro
con una lámpara, de pronto la locomotora rugió
y apareció con su luz encendida era una máquina
diesel chica con un vagón de carga.
Las puertas abiertas, dentro un grupo de viejos
ferroviarios vistiendo sus guardados trajes de
trabajo color azul, bajaron por la escalerilla,
las artistas haciendo de novias y esposas recibiéndolos,
teatralizando junto a ellos , el auxiliar cargaba
equipajes en la diabla de dos ruedas, músicos
con guitarras y acordeón, hasta que el guarda
del tren con megáfono anunció la partida, estuvieron
el tiempo que el tren se detenía, cuando partió
y todo terminó se apagaron las luces y lentamente
la oscuridad y el silencio se instaló nuevamente
como un fantasma en la estación de trenes.
Ezequiel Coscueta emocionado con la ternura
de quien se siente escuchado, recuerda ese día,
un ferroviario más participando en sus propias
vivencias. Fue distinguido con reconocimientos,
trofeos y agradecimientos. Realidad y recuerdos
de un camino de pueblo y gente.