10 de Setiembre Día de las porteras de escuela
Ser portera o portero es una labor diarla, son los primeros: abren las puertas y suelen quedarse después de horario. Todos tenemos en nuestra memoria de infancia emotivos recuerdos de las porteras. El diálogo con ellas resume en sucesos ¡guales. El respeto y la comprensión que generan, entreteje por momentos la misma imagen, el contraste entre ellas se expande para resumir finalmente en el cariño incondicional que profesan en el trabajo y ¡as acerca a una y otras en historias similares.
SONIA: fue portera en la Escuela N° 688 durante 30 años. Se jubiló el 8 de marzo de 2006 y en su memoria tiene días muy lindos de escuela. Gracias al trabajo llevó adelante ia familia y encontró apoyo en sus compañeras y docentes. La escuela está ubicada en un lugar estratégico que abarca Villa Obrera y Barrio Obrero. A veces Sonia debía llegar con chicos descompuestos o mensajes. Al principio lo hacía caminando, luego se compró una bicicleta y todo resultó más fácil. "Con el tiempo las cosas cambiaron" en el trato y el hacer, dijo. Todo lo hacía con buena voluntad: mandados, mate cocido; sin diferencias. "Recuerdo el día que llegó mi nombramiento, las maestras estaban tan felices como yo. Cuando me jubilé hicieron una fiesta. Extrañé mucho el trabajo y lloré. Me queda el recuerdo de preparar la bandera, atender el kiosco para con las ganancias comprar remedios, zapatillas o pagar el viaje de algún chico", expresó Sonia.
MARY GIANELLI: 29 años de portera en la Escuela N° 31. Han pasado junto a ella generaciones de alumnos, padres, hijos y nietos; dio bienvenidas y despedidas, bailó el pericón con los alumnos.
Comenzó su trabajo con la inauguración del nuevo edificio escolar y se emocionó cuando el director la invitó, junto a la supervisora, a descubrir la placa de los 75 años de la escuela. Con sentimientos comentó la atención a los chicos, servirles la leche, si quedaban facturas repartirlas entre los que más necesidades tenían; compartir cumpleaños, ayudar en algún problema, "Hay tantas necesidades", señaió, La ternura brilló en sus ojos cuando comentó que guarda tarjetas y dibujos de los chicos, algunos la dibujaron con escobilla y balde. Pronto su tiempo de jubilarse llegará, "Son etapas de la vida. Los jóvenes necesitan trabajar y dedicaré mi tiempo a los nietos", finalizó diciendo.
ELBA y MARY: porteras del turno mañana del Instituto Frencia. 25 años trabajando juntas, con lindas experiencias descubrieron el sentido de la amistad, integradas a los alumnos y al quehacer diario. Al principio los chicos ayudaban a regar las plantas y muchas veces los llevaron de la mano a casa por algún motivo. "El sistema de educación cambió, pero las porteras siempre estarnos", dijo Elba. Comparten los actos y acompañan en algunas excursiones. El día de las porteras reciben presentes de docentes y dirección. "Algunos chicos que terminaron vuelven a saludarnos, dicen que la leche más rica es la que hacemos nosotras. Nos abrazan y nos llaman abuelas de todos. Son muchos años en el colegio y el sentido religioso tiene su mérito en la comunidad católica", contó Mary,
IRMA MALFANTI; 16 años de portera en la Escuela N° 107Q, con más de cien chicos. Irma habló de la costumbre, el cariño y la bulla de los chicos. Extraña en los feriados largos. Estuvo ausente por enfermedad y ansiaba volver. Contó cada detalle de su día: abrir la puerta, preparar la leche, limpiar, compartir con docentes y niños. Un trabajo pesado pero cómodo a nivel humano, solidario y noble. Antes acompañaba a los chicos con buena predisposición, "Hoy ciertas cosas cambiaron y otras se facilitaron con el uso del celular", opinó. Atiende el kiosco y con ese dinero compra artículos de limpieza, alimentos para peces y otras necesidades. Irma habió con entusiasmo de su trabajo, con un placer inquieto y seguro.Sensaciones que quedan en el espacio, que dejan claro el transitar de las porteras.
Publicado por Cristina Mix
para el periódico regional El Santefesino, en Setiembre de 2008.